Si hay una enseñanza que destacar, aprendida sin remedio como consecuencia de la pandemia, es que la colaboración, la transferencia de conocimiento, la creatividad y el proceso de transformación digital, impregnarán para siempre nuestro ADN, el de nuestras empresas y el de nuestra forma de vivir.
La transformación digital junto a la innovación, la logística o la industria creativa son algunos de los grandes ejes en el desarrollo y futuro de cualquier país. No obstante, un proceso de transformación digital exitoso requiere, entre otras cuestiones, de la promoción del conocimiento, la capacitación y formación, la mejora de los procesos administrativos y no sólo de la tecnología.
Aquellas pymes y micropymes que deseen mejorar su productividad estarán “obligadas” a usar la digitalización como herramienta indispensable y a afrontar el proceso de trasformación teniendo en cuenta que, no se trata solamente de digitalizar los modelos de negocios existentes, sino de diversificar y crear otros nuevos.
Ahora bien, ¿es la transformación digital sólo una cuestión de empresa?
Según el informe sobre las Perspectivas Económicas de América Latina 2020 y la transformación digital para una mejor reconstrucción, el proceso de transformación afectaría a todos los ámbitos y, a la sociedad en su conjunto, y cita, entre otras contribuciones del proceso, la mitigación del cambio climático o el fomento de la inclusión, gracias a la mejora en el acceso a los servicios públicos, incluidas la salud y la educación.
Como conclusión, en un contexto como el actual, la transformación digital no debe verse solo como una estrategia para ganar competitividad, sino como una adaptación necesaria e imprescindible, en todos los órdenes de nuestra sociedad, que traerá consigo un sinfín de oportunidades y también nuevos riesgos, que han de ser comprendidos para resolverlos de la mejor manera posible.